viernes, 23 de enero de 2009

Sin ti

Tú estas allí, y en los espejos
crece una lagrima de agua,
se transforma en cerrojo
aldehuela del silencio, grieta,
huesos y lobos, mascaras,
es más silencio que la muerte.
Tu nombre y sus respiraciones,
la línea que divide el mundo
me cruza en tu recuerdo,
miro y cuanto más miro,
menos entiendo ser hombre
y en silencio, esperar,
ver cómo se dice vivir y no vivir.
¿Qué duele desde el uno al otro?
la sombra antes de hacerse límite
de una tierra que gira ante sí misma,
la distancia y su deseo hambriento,
la noche como sal en la herida,
para decir una vez más sobre un gesto
que ahogaré el tiempo de los imposibles.
Uno es una perpetua víspera.
Uno se va a morir y por eso ama,
y por eso escribe poemas.
Y tal vez el poetizar no sea más que
un juicio sobre el carácter mortal de uno,
cohabitación, enlace un pasmo o una huella.
Amor,
nunca he amado tanto,
Amor, te busco en la intensidad,
como quien lleva palabras encendidas
en el alma y sigue vivo, hacia ti.
Amor, si pudiera volver y no morir,
regresaría a dar otros nombres
a cada color a cada instante
para aprender como nombrarte.
La nostalgia de este exilio
el temblor entrelazado en los dedos,
estos asomos por debajo de este asomo,
ahí a tu lado,
sin la cita en tu nombre
todo será imposible no habrá lugar,
ni humo ni fuego, ni animal herido,
ni mariposas ni cenizas,
y las palabras perderán su misterio,
hebras amarillas en una soledad
sin centro ni diámetro ni fin,
sin ti mi amor…sin ti.

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